El 26 de junio de 1948, William Shockley marcó un antes y un después en la electrónica. Ese día, en los legendarios Laboratorios Bell, presentó la solicitud de patente para su invención revolucionaria: el transistor de juntura bipolar (BJT). Aunque la patente no se concedería hasta el 25 de septiembre de 1951, la fecha de la solicitud es clave, pues simboliza el nacimiento formal de un dispositivo que redefiniría la tecnología.
El BJT, una mejora sustancial sobre el primer transistor de punto de contacto, ofrecía una estabilidad y fiabilidad sin precedentes. Su capacidad para amplificar y conmutar señales lo convirtió en el sucesor natural de los voluminosos y frágiles tubos de vacío. De repente, radios, televisores y las incipientes computadoras pudieron hacerse más pequeños, eficientes y potentes.
El ingenio de Shockley, reconocido con el Premio Nobel de Física en 1956 junto a Bardeen y Brattain, abrió la puerta a la era de la microelectrónica. Su invento no solo transformó la industria, sino que impulsó el desarrollo de campos enteros, desde las telecomunicaciones hasta la informática.