El día 6 de ese mes, Tim Berners-Lee, un informático británico del CERN, publicó un resumen de su proyecto en el grupo de noticias de Usenet alt.hypertext
. Este mensaje fue la invitación formal al mundo para entrar en un nuevo universo de información interconectada. Sin embargo, una invitación no es nada sin invitados. El momento verdaderamente catalizador, el punto en que la Web dejó de ser un proyecto interno para convertirse en un recurso global incipiente, ocurrió el 23 de agosto de 1991. Ese día, por primera vez, nuevos usuarios ajenos al círculo del CERN navegaron hasta info.cern.ch
, el servidor alojado en el ordenador NeXT de Berners-Lee. Esa primera conexión externa fue el verdadero inicio de la red mundial.
Aquella página web primigenia no era más que un simple documento de texto con hipervínculos. No contenía imágenes, ni videos, ni animaciones. Su estética era austera, su contenido, puramente funcional: una explicación sobre el propio proyecto de la World Wide Web, cómo acceder a los documentos de otros y cómo configurar un servidor propio.
Para el estudiante contemporáneo de informática, criado en un ecosistema digital de una riqueza y complejidad inimaginables entonces, este evento puede parecer trivial. Acostumbrados a arquitecturas de microservicios, a frameworks de desarrollo reactivos y a la computación en la nube a exaescala, es fácil pasar por alto la profunda elegancia y la revolucionaria visión encapsuladas en esa primera y espartana página.
Fuentes:
https://home.cern/science/computing/birth-web