El 25 de agosto de 1991, un joven estudiante finlandés de 21 años llamado Linus Torvalds envió un correo electrónico a la lista de correo de desarrolladores del sistema operativo Minix. En su mensaje, anunciaba que estaba trabajando en un proyecto de sistema operativo gratuito, solo por «diversión», que no sería «grande y profesional como GNU». Este humilde anuncio marcó el punto de partida de algo que transformaría el mundo del software.
Linus Torvalds no creó Linux de la nada. Inspirado por Minix (un sistema operativo de código abierto creado por Andrew S. Tanenbaum para la enseñanza), Linus se propuso construir un núcleo de sistema operativo (o kernel) que pudiera funcionar en su propia computadora. Este kernel, que él mismo llamó Linux, se convirtió en la base sobre la que se construirían distribuciones completas de sistemas operativos.
Lo que realmente diferenció a Linux desde el principio fue la decisión de Linus de liberarlo bajo la Licencia Pública General de GNU (GPL). Esta licencia, promovida por la Fundación del Software Libre, garantiza que cualquier persona puede usar, modificar y distribuir el software libremente, siempre y cuando mantenga esa misma libertad para los demás. Esta filosofía de código abierto (o open source) fomentó una colaboración global sin precedentes. Desarrolladores de todo el mundo comenzaron a contribuir con código, corrigiendo errores y añadiendo nuevas funcionalidades, lo que permitió que Linux creciera y mejorara a una velocidad impresionante.
El impacto de Linux en el mundo de la informática es incalculable. Aunque en sus inicios fue principalmente un proyecto para entusiastas y académicos, hoy en día es la base de una gran parte de la infraestructura digital que nos rodea: