El 1 de agosto de 1976 en la ciudad de Hsinchu, Taiwán, el lugar se convertiría en un epicentro tecnológico mundial. Con un capital inicial de apenas 25,000 dólares, el ingeniero Stan Shih, junto a su esposa Carolyn Yeh y un pequeño grupo de cinco socios, fundó una modesta empresa. Su nombre original no era Acer; la compañía nació bajo la denominación de Multitech International.
En 1976, en plena eclosión de la revolución del microprocesador, Multitech no se lanzó a fabricar computadoras personales. Su modelo de negocio era mucho más elemental y, estratégicamente, más brillante. Se enfocaron en el corazón mismo de la revolución: el conocimiento. Su principal actividad era la consultoría sobre el uso de tecnologías de microprocesadores y la distribución de componentes electrónicos. En una era en la que los ingenieros de todo el mundo luchaban por comprender el potencial de estos nuevos «cerebros» de silicio, Multitech se posicionó como el experto, el traductor que podía desmitificar esta tecnología para otras empresas.
Este conocimiento profundo fue el trampolín para su primer producto tangible, el Micro-Professor MPF-I. No era una computadora para el mercado masivo, sino una herramienta educativa, un kit de entrenamiento en formato de una sola placa diseñado para enseñar a otros ingenieros los fundamentos de la programación y la arquitectura de los microprocesadores. Fue un éxito rotundo porque satisfacía una necesidad crítica: la educación. Al vender conocimiento primero, construyeron una reputación de autoridad y experiencia técnica.
La década de 1980 trajo consigo una evolución natural. Armados con su dominio del hardware, comenzaron a fabricar clones de las populares computadoras Apple II y, más tarde, se convirtieron en un jugador importante en el mercado de compatibles con IBM PC. Durante años, Multitech fue un poderoso fabricante de equipos originales (OEM), construyendo sistemas que otras marcas más conocidas vendían bajo su propio nombre.
Pero Stan Shih tenía una visión más grande. No quería permanecer en la sombra como un fabricante anónimo. Quería una marca global. Y así, en 1987, la compañía se reinventó por completo, adoptando el nombre Acer. Un nombre derivado del latín que significa «agudo, entusiasta y perspicaz», reflejando la nueva ambición de la empresa.